6 de marzo de 2008

SALCEDO, JOSÉ ANTONIO


(1816-1864). Nació en Madrid, España en 1816. Hijo de José María Salcedo y Luisa Ramírez, oriundos de la Colonia de Santo Domingo, radicados en Montecristi. Se destacó como militar y primer pre¬sidente del Gobierno Restaurador. Tenía un año cuando sus padres lo llevaron a Cuba y muy pequeño todavía vivió en la Colonia y luego en Puerto Plata. Se inició en la política nacional durante la guerra de independencia, obteniendo el rango de Coronel y luego el de Comandante por su participación en la Batalla de Sabana Larga. Con motivo de la revolución cibaeña de 1857 fue encarcelado y procesado bajo la acusación de conspirar contra el Gobierno Provisional, con miras a producir un golpe de Estado y reponer en la presidencia a Buenaventura Báez. Al proclamarse la anexión a España, parece que aceptó sin reparos la dominación extranjera y se dedicó a sus negocios, especialmente el corte de madera en Estero Balsa. Cuando se iniciaron las conspiraciones contra el gobierno español, José Antonio (Pepillo) Salcedo, formó parte de los independentistas. Señalado como enemigo del régimen fue perseguido judicialmente por la muerte de un hombre en terrenos de su propiedad; pero encarcelado escapó y se dirigió a Guayubín donde comandó una columna restauradora. Participó en el asedio de Santiago y al arma blanca se apoderó de la empinada posición conocida como El Castillo, lo que le permitió destacarse como personaje de primer orden. El 14 de septiembre de 1863 fue acogido uná¬nimemente como presidente del Gobierno Restaurador, pero en 1864 tuvo la debilidad de entablar negociaciones de paz con los españoles, a base del reconocimiento de la independencia de los dominicanos. Esto facilitó insinuaciones tendenciosas de algunos restauradores. Bajo el alegato de que era baecista, Gaspar Polanco reunió en la Fortaleza San Luis de Santiago a los principales líderes de la Restauración, el 10 de octubre de 1864, y desconoció su autoridad de presidente; pero Pepillo Salcedo nunca había dejado de ser un entero patriota. Detenido no se le quiso encarcelar. Se prefirió el destierro como medio de alejar el supuesto mal que su presencia creaba a la patria. Luperón tuvo el encargo de custodiarlo hasta la frontera y ponerlo en manos de las autoridades haitianas; en el camino Pimentel y Monción quisieron arrebatárselo para darle muerte, y el gobierno haitiano se negó a recibirlo como exiliado.
Teniéndolo incomunicado en el Cantón de Las Jabillas, se decidió su muerte sin formación de causa, orden que fue cumplida por el Coronel Agustín Peña. Pepillo Salcedo fue fusilado el 5 de noviembre de 1864.

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